viernes, abril 19, 2024
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Detienen a un baluarte de los ilegales en EE.UU.

La policía arrestó durante varias horas a José Antonio Vargas, un reconocido activista que ganó el Pulitzer.

 Todo apunta a que fue un acto deliberado de provocación de parte de la víctima. Pero anoche sobrevolaba el temor de que la detención durante varias horas a manos de la policía fronteriza de un reconocido activista de la inmigración derivara en estallidos sociales, como viene sucediendo desde que la crisis de los chicos inmigrantes centroamericanos puso a prueba la la solidaridad social en este país.

La detención del reconocido activista indocumentado José Antonio Vargas en el aeropuerto de Mc Allen, en Texas, se convirtió en un dolor de cabeza que rebotó automáticamente en el escritorio del presidente Barack Obama, ya atiborrado de problemas por la crisis de los llamados “menores migrantes”.

“Le pedimos al presidente que opere inmediatamente la liberación de Vargas”, era ayer el clamor de decenas de organizaciones que se pusieron en guardia para defender a uno de sus baluartes. Varias horas después, el clamor fue escuchado. “La Guardia Fronteriza me ha liberado”, anunció por la noche el propio Vargas.

Periodista de 31 años de origen filipino, Vargas saltó a la fama en 2011, cuando The New York Times le publicó un artículo en el que se reconocía “indocumentado” y residente por más de 20 años. Titulado “Definamos qué es ser norteamericano” y basado en buena medida en su propia experiencia, Vargas narraba la contradicción entre haber llegado a las primeras posiciones en su profesión -trabajó en The Washington Post y ganó un premio Pulitzer por un trabajo colectivo- y vivir bajo la amenaza de la deportación.

Bandera y activista de primera línea de los dreamers (tal como se conoce a los jóvenes que llegaron de muy pequeños al país y que fueron criados como norteamericanos pero sin derecho a serlo), Vargas había viajado a Texas para participar en una vigila de los menores migrantes cuando fue detenido.

“Sí, lo tenemos y lo estamos interrogando”, dijeron voceros de la policía fronteriza. Entre quienes militan en la defensa de los derechos de los inmigrantes había certeza de que la detención fue el desenlace de un gesto premeditado. “Ningún indocumentado se arriesga a viajar en avión. Ya se sabe que los controles allí son mucho más fuertes”, dijo a LA NACION Patricia Valderrama, una argentina que hace años vive en forma irregular en Florida y que viene clamando sin suerte por documentos.

El propio Vargas aceptó que corría un riesgo. “Ignoro qué pasará. Sólo tengo mi pasaporte filipino, sin visa válida, y una Constitución norteamericana”, dice la última entrada que publicó en Twitter, donde tiene más de 46.000 seguidores. “Soy el indocumentado más famoso del país. Si yo no corro riesgos, qué les toca a los otros 11 millones de personas”, dijo en más de una ocasión, al explicar el audaz reconocimiento de su situación en la nota del Times.

Su detención y su incierto futuro anoche caldeaban los ánimos en este país, donde día tras día crecen las manifestaciones a favor y en contra de la inmigración. La catarsis se vio agudizada por el estallido de la crisis de los menores migrantes, los chicos centroamericanos que cruzan la frontera con México sin la compañía formal de adultos, pero con la ayuda de mafias que lucran con su desesperación por huir de la violencia y la pobreza de sus lugares de origen.

El malestar llegó, incluso, a los estados más progresistas del país. “Indocumentados, fuera”, dicen pintadas que aparecieron en varias localidades de Maryland, de población reconocidamente demócrata.

“Pedimos que se extreme la solidaridad con los chicos que llegan de la frontera”, tuvieron que interceder líderes de la Iglesia Católica en el también progresista estado de California, donde se produjeron marchas de ciudadanos en contra de la entrada de colectivos con jóvenes detenidos en la frontera. “No los queremos aquí”, decían los carteles.

“Sólo queremos defender lo nuestro de los pandilleros”, dijo a la prensa local Denise Freeman, que se presentó como vocera de un grupo llamado Patriotas, que, desde hace semanas, patrulla la frontera para impedir la llegada de más menores indocumentados.

La situación puso a la defensiva al gobierno de Obama. “Esto no es una crisis masiva ni mucho menos. Es una situación humanitaria que hay que atender”, dijo Cecilia Muñoz, la directora de política interna de la Casa Blanca. En un intento por mostrarse activa, la Casa Blanca dispuso ayer la deportación de 120 inmigrantes, en su mayoría chico. El vuelo partió desde Alburquerque, en Nuevo México, con destino a San Pedro Sula, en Honduras. Allí los dejaba a todos, pese a que también había migrantes de El Salvador y Guatemala.

PERIODISTA ESTRELLA Y “SIN PAPELES”

José Antonio Vargas

Periodista y activista

 

  • Tenía 12 años cuando, en 1993, su madre lo embarcó en un vuelo desde Manila, Filipinas, para que fuera criado por sus abuelos en California.
  • En 2008 ganó el Pulitzer junto a su equipo del Washington Post por la cobertura del tiroteo en Virginia Tech; luego reconoció su estatus de indocumentado.
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